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Prelado y político castellano, protegido por Pedro I el Cruel, que logró que a su muerte pacíficamente la ciudad reconociera a Enrique II como rey. En recompensa se le otorgo la mitra de la ciudad.
Convocó en Alcalá de Henares un Concilio Nacional en el que se decidió que no se reconocería a ninguno de los dos Papas enfrentados en el Cisma de Occidente, hasta que la misma Iglesia no determinara quién era el legítimo.
Probablemente no tiene nada que ver con el personaje ficticio literario de la obra de Tirso de Molina, "El Burlador de Sevilla", ni menos con el Juan Tenorio de José Zorrilla.
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